miércoles, 17 de abril de 2013

De fresa, piña o de limón, a 3 centavos...

"PEROL EL PALETERO"
ENTRE ZAPATOS Y PALETAS: JUAN MANUEL PÉREZ SÁNCHEZ
Por: Juan  Aarón CHONG HONG
A lo lejos, a lo lejos el pregón "paletas, paletas, de piña, fresa o de limón.. a dos centavos, a dos centavos..." poco a poco, paso a paso, despacio pero seguro, el carrito de las paletas de hielo y de sabores multicolores hace un alto, manos infantiles buscan afanosamente en el interior, el calor aprieta y la demanda de algo que refresque el paladar se busca con ansias, de fresa, de piña o de limón, la marcha se reanuda, y en la distancia poco a poco se va perdiendo el pregón.
Juan Manuel Pérez Sánchez, edad 88 años, de estos, 71 como zapatero y 63 como vendedor de paletas de hielo.
Juan Manuel Pérez Sánchez, para muchos un nombre que por si solo no dice nada, todo alcanza su máxima expresión cuando de forma tan simple y llana nos referimos a "PEROL EL PALETERO"
Tan singular e importante y sobre todo interesante personaje en Champotón es y ha sido "Perol el Paletero",  Don Juan Manuel Pérez Sánchez, solo acierta a reír cuando se le cuestiona sobre si siente ofensa cuando lo llaman "Perol", "mire usted -se dirige con suma cortesía a su entrevistador- desde pequeño me endilgaron el "PEROL" y hoy día sigo siendo Perol, no es ninguna ofensa, puedo decirle que quizás ese sea ya mi nombre"
Con buen sentido del humor Don Juan Manuel nos relata el "origen" de su sobrenombre, "de niño como es natural tenemos nuestros grupos de amiguitos, amigos con quienes se convive, se juega, con quienes se hacen mil travesura y un sin fin de otras cosas, a esa edad y entre mi grupo de amiguitos a alguno se le ocurrió llamarme en una ocasión por "Perol" en alusión o distorsión de mi apellido "PÉREZ", probablemente no pudo decir Perezote, o Peretotote, resultó más fácil gritar "!hey Perol!" y desde ese entonces hasta la presente fecha, todo mundo en Champotón y en otros puntos del Estado me conocen como "PEROL", de ahí le comento entonces que no hay mayores problemas sobre el hecho cuando se dirigen a mi persona y me llaman con un "Perol"
Don Juan Manuel Pérez Sánchez, nacido un 28 de marzo de 1917, hijo del matrimonio formado por Juan Pérez Moreno y Ramona Sánchez, con nueve hermanos, Nicolás, Carmela, Antonia, José María, Guadalupe, Elena, Santiago, Candelaria y Tomás. Don Juan Manuel esposo de Tomasa Arceo Cosgalla y cinco hijos, José María, Higinio, Manuela, Hilda y Rosa, con todo esto Don Juan Manuel no es simplemente "perol el paletero", su historia va más allá.
Su vida sin duda alguna debe de servir como ejemplo para las nuevas generaciones y quizás también fue así para aquellas pasadas, un ejemplo de esfuerzo y de trabajo, de amor al oficio, de una lucha permanente por ganarse el sustento y de su familia de manera honrada, Don Juan Manuel no es un hombre rico materialmente, pero vive sin mayores complicaciones y eso sí, a gusto y tranquilo sin mayores cargos de conciencia, una vida sin mayores sobresaltos, ¡cuántos quisieran sentirse así!
La historia  respetuosamente de "Don Perol" no inicia  ni termina con su carrito de paletas, antes de ello hay otras historias que forman parte de su vida y de la vida de esta ciudad champotonera.
Un hueco en la suela del zapato, las costuras ya rotas, las zapatillas para el baile, las polainas, las monturas del caballo y las fundas de los machetes.  En efecto, Don Juan Manuel Pérez Sánchez, "zapatero remendón".
Con un rostro surcado de las huellas del tiempo, unas manos donde sus dedos largos y un tanto delgados juguetean entre sí, ojos entrecerrados, quizás no acostumbrados a que la luz del sol les pegue directamente, pues de siempre su gorra ha formado parte de su vestimenta y hoy en la comodidad de una silla instalada en el patio, la inseparable "cachucha" hoy no la porta, con una voz pausada, pero aún firme, nos comenta: "desde la edad de los 12 años empecé a trabajar, fui al mismo tiempo cantinero, portero, mesero, cortador de caña, peón de albañil, curtidor de pieles, cosechador de maíz y todo aquel trabajo donde podía ganarme los centavos"
Particularizamos sobre el oficio de zapatero, don Juan Manuel nos ilustra: "como a los 12 años entré de aprendiz de zapatero con un señor que se llamaba refugio Álvarez, un señor que  originario de León, Guanajuato, también con Don Renán Charles, con ellos aprendí el oficio, como es obvio con el paso del tiempo aprendí la "chamba" y empecé a fabricar los zapatos, mocasines, botas, medias botas, chanclas, zapatillas, para estas alturas ya ganaba siete pesos diarios, un trabajo de seis de la mañana a seis de la tarde.
También hacíamos monturas para los caballos, fundas de machete, polainas, "ah! Déjeme decirle que el calzado que fabricábamos eran variados y también confeccionábamos calzado fino de charol y oscaría"
Como en toda charla siempre existen los altos obligatorios, muchos de ellos para tomar un buen respiro y para "acomodar" los recuerdos, así después de uno de estos altos obligatorios Don Juan Manuel rememora esos tiempos, viejos tiempos, y como añorando los mismos deja salir un respiro de nostalgia y expone "que tiempos, mire que un mocasín valía tres pesos con 50 centavos, ocho pesos las botas, uno las chancletas, el calzado fino como eran las zapatillas entre cinco y los seis pesos"
La charla "brinca" de un lado a otro, los recuerdos se sueltan como llegan, "le digo, le hice de todo, mesero, portero, albañil y hasta mago por supuesto  curtidor de pieles..." preguntamos el proceso y como si el momento lo estuviera viviendo Don Juan Manuel nos expone: "Nos traían las pieles de venado, de vaca o toro, se ponían a lavar, posteriormente la introducíamos en cal, cuatro o cinco días, se sacaban, se le retiraba los restos de carne o pelos que aún les quedaban, la lavamos de nueva cuenta, la sumergíamos en un líquido que se hacía con el machacado de pencas de Chucum, 15 ó 20 días, a diario sacar las pieles, removerlas y volver de nueva cuenta a sumergirlas, así hasta que cerca de los 20 días finalmente las sacábamos del recipiente bien curtida, concluido esto ya se podía utilizar la piel para los zapatos, hilo y clavos, únicamente lo que se utilizaba para fabricar zapatos, por supuesto además de la piel".
Aprendí bien el oficio y trabaje de manera un tanto "exclusivo" en el oficio por cerca de 13 años, continúe con ello solo que ya lo alternaba  con otras actividades, entre estas ¡vendedor de paletas de hielo!, trabajo que inicie a la edad aproximada de 25 años, nos refiere don Juan Manuel.
"Corría el año más o menos de 1942, 43, cuando empiezo con la venta de las paletas, ¡veinte centavos una paleta!, por cada cien vendidas me ganaba siete pesos, vendía entre 100 y 150 paletas diariamente de ocho de la mañana tres de la tarde"
Lo interrumpimos y le hacemos ver que en muchos de los champotoneros aún mantienen en sus recuerdos la frase aquella que siempre surgía de los labios de "Perol el paletero", "Dos centavos, a dos centavos la paleta", tal parece que era mercadotecnia pura, le comentamos al tiempo que le preguntamos ¿Porqué de tan singular frase, a pesar de que ya en los tiempos pasados reciente dos centavos no significaban nada?, Don Juan Manuel solo atina a reírse para que ya en un tono serio nos dijera, "En efecto así lo pregonaba y por supuesto que no faltaban aquellos niños o adultos que se me acercaban con monedas de centavos, no propiamente de un centavo o de más, la realidad es que yo sabía mi "cuento" - nos comenta en tono picaresco don Juan Manuel- mire resulta que Don Arturo Durán (q. e. p. d. ), Don Arturo quien fuera Presidente Municipal, tenía como muchos sabemos un negocio ubicado por el parque de las Madres, él me dijo un día "Perol, tráeme monedas de centavos y yo te las compro" entonces cuando yo andaba vendiendo paletas, las proponía a centavo, he de decirte que eran monedas de puro cobre, yo las aceptaba como pago de las paletas y después se las llevaba a Don Arturo y el me las compraba, esa es la historia de la frase de "A centavo las paletas", -se ríe de nueva cuenta Don Juan Manuel-. 
Ya entrado en calor y en busca de que aquellos viejos tiempos cuestionamos a "Perol el paletero" sobre el valor de esos centavos de antaño, "que sí valían, pues quizás unos digan que sí, y otros que no, yo lo único que te puedo comentar que un biscocho lo adquirías por un centavo, un huevo tres centavos, un kilo de fríjol 20 centavos, 38 el kilo de azúcar, 25 el kilogramo de carne, 10 la tira de cazón, un pámpano 15 centavos"
En todo este "mar de números", de pesos y centavos, nos atrevemos a increpar a Don Manuel y le solicitamos explicación sobre del porque  en su época de zapatero, actividad que realizó a edad más temprana que paletero una bota por ejemplo costaba 8 pesos, un mocasín 3 pesos o cuatro, una funda de machete 2 pesos y que su persona llegó a ganar siete pesos diarios, y en forma posterior casi 13 años después las paletas costaban veinte centavo cuando es de suponer que habrían de tener un mayor costo, sobre el punto de Don Juan Manuel de forma simple nos comenta: "Como usted dice, en este " mar de pesos y centavos" tal pareciera que existen incongruencias, la realidad es que primero y antes que todo tenemos que aceptar que cuando hablamos de centavos estamos refiriéndonos a esos "verdaderos centavos" no a los de ahora, en verdad si resulta un tanto enredoso entender la situación, máxime cuando nuestra moneda ha sufrido diferentes "reacomodos", que si le pusieron más ceros, que si le quitaron, que de nueva cuenta les pusieron y así y más, por eso es que resulta para muchos un tanto incomprensible cuando hablamos de los pesos y centavos del pasado con los de la actualidad"
Aclarado el punto seguimos "hurgando" en la vida de Don Juan Manuel, "Perol el paletero, vendió sus paletas en todo el municipio, Hool, Seybaplaya, Sihochac, Villamadero, Carrillo Puerto, Yohaltún, en los módulos de guatemaltecos, Reforma Agraria, y muchos otras comunidades, así como también en Sabancuy e Isla Aguada"
Dentro de su anécdotas, "Perol" nos cuenta aquella cuando le daba por regalar el producto, "Le comentó que en más de una ocasión andando en la venta de las paletas me echaba los tragos, así entre alto y alto y buche y buche, pues es de suponer que el alcohol se me subía a la cabeza, ya medio chiles me daba por regalar a "todo mundo" las paletas, todas se me acaban, ¡y cómo no! si eran gratis, cuando llegaba a la paletería a sacar cuentas el dueño se alegraba pues no habían sobrado paletas, lo malo del caso es que tampoco había el dinero, ¡ni modo! No había más remedio que pagarlas, y hay me veías trabajando los días siguiente muy duro para poder cubrir las paletas regaladas"
De todo estas ¡aventuras!, de trabajo diario, de la salida del sol y del ocaso del mismo, de un verdadero gusto por el trabajo, por el oficio, Don Juan Manuel Pérez Sánchez, hoy a sus  88 años  de edad continúa como siempre, en la mismas actividades, Paletero, zapatero, sigue recorriendo las calles de la ciudad, sus manos aprietan firmemente el carrito, su pregón aún se escucha a lo lejos, "de piña, fresa o de limón" manos infantiles hurgan en el interior, el paladar se refresca, todo sigue igual, ¡a centavo, a centavo las paletas!
Don Juan Manuel Pérez Sánchez, "Don Perol el paletero! Historia de este pueblo.


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