"PEROL EL PALETERO"
ENTRE ZAPATOS Y PALETAS: JUAN MANUEL PÉREZ SÁNCHEZ
Por: Juan Aarón CHONG
HONG
A lo lejos, a lo lejos el pregón "paletas, paletas, de
piña, fresa o de limón.. a dos centavos, a dos centavos..." poco a poco,
paso a paso, despacio pero seguro, el carrito de las paletas de hielo y de
sabores multicolores hace un alto, manos infantiles buscan afanosamente en el
interior, el calor aprieta y la demanda de algo que refresque el paladar se
busca con ansias, de fresa, de piña o de limón, la marcha se reanuda, y en la
distancia poco a poco se va perdiendo el pregón.
Juan Manuel Pérez Sánchez, edad 88 años, de estos, 71 como
zapatero y 63 como vendedor de paletas de hielo.
Juan Manuel Pérez Sánchez, para muchos un nombre que por si
solo no dice nada, todo alcanza su máxima expresión cuando de forma tan simple
y llana nos referimos a "PEROL EL PALETERO"
Tan singular e importante y sobre todo interesante personaje
en Champotón es y ha sido "Perol el Paletero", Don Juan Manuel Pérez Sánchez, solo acierta a
reír cuando se le cuestiona sobre si siente ofensa cuando lo llaman
"Perol", "mire usted -se dirige con suma cortesía a su
entrevistador- desde pequeño me endilgaron el "PEROL" y hoy día sigo
siendo Perol, no es ninguna ofensa, puedo decirle que quizás ese sea ya mi
nombre"
Con buen sentido del humor Don Juan Manuel nos relata el
"origen" de su sobrenombre, "de niño como es natural tenemos
nuestros grupos de amiguitos, amigos con quienes se convive, se juega, con
quienes se hacen mil travesura y un sin fin de otras cosas, a esa edad y entre
mi grupo de amiguitos a alguno se le ocurrió llamarme en una ocasión por
"Perol" en alusión o distorsión de mi apellido "PÉREZ",
probablemente no pudo decir Perezote, o Peretotote, resultó más fácil gritar
"!hey Perol!" y desde ese entonces hasta la presente fecha, todo
mundo en Champotón y en otros puntos del Estado me conocen como
"PEROL", de ahí le comento entonces que no hay mayores problemas
sobre el hecho cuando se dirigen a mi persona y me llaman con un
"Perol"
Don Juan Manuel Pérez Sánchez, nacido un 28 de marzo de
1917, hijo del matrimonio formado por Juan Pérez Moreno y Ramona Sánchez, con
nueve hermanos, Nicolás, Carmela, Antonia, José María, Guadalupe, Elena,
Santiago, Candelaria y Tomás. Don Juan Manuel esposo de Tomasa Arceo Cosgalla y
cinco hijos, José María, Higinio, Manuela, Hilda y Rosa, con todo esto Don Juan
Manuel no es simplemente "perol el paletero", su historia va más allá.
Su vida sin duda alguna debe de servir como ejemplo para las
nuevas generaciones y quizás también fue así para aquellas pasadas, un ejemplo
de esfuerzo y de trabajo, de amor al oficio, de una lucha permanente por
ganarse el sustento y de su familia de manera honrada, Don Juan Manuel no es un
hombre rico materialmente, pero vive sin mayores complicaciones y eso sí, a
gusto y tranquilo sin mayores cargos de conciencia, una vida sin mayores
sobresaltos, ¡cuántos quisieran sentirse así!
La historia respetuosamente
de "Don Perol" no inicia ni
termina con su carrito de paletas, antes de ello hay otras historias que forman
parte de su vida y de la vida de esta ciudad champotonera.
Un hueco en la suela del zapato, las costuras ya rotas, las
zapatillas para el baile, las polainas, las monturas del caballo y las fundas
de los machetes. En efecto, Don Juan
Manuel Pérez Sánchez, "zapatero remendón".
Con un rostro surcado de las huellas del tiempo, unas manos
donde sus dedos largos y un tanto delgados juguetean entre sí, ojos
entrecerrados, quizás no acostumbrados a que la luz del sol les pegue
directamente, pues de siempre su gorra ha formado parte de su vestimenta y hoy
en la comodidad de una silla instalada en el patio, la inseparable
"cachucha" hoy no la porta, con una voz pausada, pero aún firme, nos
comenta: "desde la edad de los 12 años empecé a trabajar, fui al mismo
tiempo cantinero, portero, mesero, cortador de caña, peón de albañil, curtidor
de pieles, cosechador de maíz y todo aquel trabajo donde podía ganarme los
centavos"
Particularizamos sobre el oficio de zapatero, don Juan
Manuel nos ilustra: "como a los 12 años entré de aprendiz de zapatero con
un señor que se llamaba refugio Álvarez, un señor que originario de León, Guanajuato, también con
Don Renán Charles, con ellos aprendí el oficio, como es obvio con el paso del
tiempo aprendí la "chamba" y empecé a fabricar los zapatos,
mocasines, botas, medias botas, chanclas, zapatillas, para estas alturas ya
ganaba siete pesos diarios, un trabajo de seis de la mañana a seis de la tarde.
También hacíamos monturas para los caballos, fundas de
machete, polainas, "ah! Déjeme decirle que el calzado que fabricábamos
eran variados y también confeccionábamos calzado fino de charol y oscaría"
Como en toda charla siempre existen los altos obligatorios,
muchos de ellos para tomar un buen respiro y para "acomodar" los
recuerdos, así después de uno de estos altos obligatorios Don Juan Manuel
rememora esos tiempos, viejos tiempos, y como añorando los mismos deja salir un
respiro de nostalgia y expone "que tiempos, mire que un mocasín valía tres
pesos con 50 centavos, ocho pesos las botas, uno las chancletas, el calzado
fino como eran las zapatillas entre cinco y los seis pesos"
La charla "brinca" de un lado a otro, los recuerdos
se sueltan como llegan, "le digo, le hice de todo, mesero, portero,
albañil y hasta mago por supuesto
curtidor de pieles..." preguntamos el proceso y como si el momento
lo estuviera viviendo Don Juan Manuel nos expone: "Nos traían las pieles
de venado, de vaca o toro, se ponían a lavar, posteriormente la introducíamos
en cal, cuatro o cinco días, se sacaban, se le retiraba los restos de carne o
pelos que aún les quedaban, la lavamos de nueva cuenta, la sumergíamos en un
líquido que se hacía con el machacado de pencas de Chucum, 15 ó 20 días, a
diario sacar las pieles, removerlas y volver de nueva cuenta a sumergirlas, así
hasta que cerca de los 20 días finalmente las sacábamos del recipiente bien
curtida, concluido esto ya se podía utilizar la piel para los zapatos, hilo y
clavos, únicamente lo que se utilizaba para fabricar zapatos, por supuesto
además de la piel".
Aprendí bien el oficio y trabaje de manera un tanto
"exclusivo" en el oficio por cerca de 13 años, continúe con ello solo
que ya lo alternaba con otras
actividades, entre estas ¡vendedor de paletas de hielo!, trabajo que inicie a
la edad aproximada de 25 años, nos refiere don Juan Manuel.
"Corría el año más o menos de 1942, 43, cuando empiezo
con la venta de las paletas, ¡veinte centavos una paleta!, por cada cien
vendidas me ganaba siete pesos, vendía entre 100 y 150 paletas diariamente de
ocho de la mañana tres de la tarde"
Lo interrumpimos y le hacemos ver que en muchos de los
champotoneros aún mantienen en sus recuerdos la frase aquella que siempre
surgía de los labios de "Perol el paletero", "Dos centavos, a
dos centavos la paleta", tal parece que era mercadotecnia pura, le
comentamos al tiempo que le preguntamos ¿Porqué de tan singular frase, a pesar
de que ya en los tiempos pasados reciente dos centavos no significaban nada?,
Don Juan Manuel solo atina a reírse para que ya en un tono serio nos dijera,
"En efecto así lo pregonaba y por supuesto que no faltaban aquellos niños
o adultos que se me acercaban con monedas de centavos, no propiamente de un
centavo o de más, la realidad es que yo sabía mi "cuento" - nos
comenta en tono picaresco don Juan Manuel- mire resulta que Don Arturo Durán
(q. e. p. d. ), Don Arturo quien fuera Presidente Municipal, tenía como muchos
sabemos un negocio ubicado por el parque de las Madres, él me dijo un día
"Perol, tráeme monedas de centavos y yo te las compro" entonces
cuando yo andaba vendiendo paletas, las proponía a centavo, he de decirte que
eran monedas de puro cobre, yo las aceptaba como pago de las paletas y después
se las llevaba a Don Arturo y el me las compraba, esa es la historia de la
frase de "A centavo las paletas", -se ríe de nueva cuenta Don Juan
Manuel-.
Ya entrado en calor y en busca de que aquellos viejos
tiempos cuestionamos a "Perol el paletero" sobre el valor de esos
centavos de antaño, "que sí valían, pues quizás unos digan que sí, y otros
que no, yo lo único que te puedo comentar que un biscocho lo adquirías por un
centavo, un huevo tres centavos, un kilo de fríjol 20 centavos, 38 el kilo de
azúcar, 25 el kilogramo de carne, 10 la tira de cazón, un pámpano 15
centavos"
En todo este "mar de números", de pesos y
centavos, nos atrevemos a increpar a Don Manuel y le solicitamos explicación
sobre del porque en su época de
zapatero, actividad que realizó a edad más temprana que paletero una bota por
ejemplo costaba 8 pesos, un mocasín 3 pesos o cuatro, una funda de machete 2
pesos y que su persona llegó a ganar siete pesos diarios, y en forma posterior
casi 13 años después las paletas costaban veinte centavo cuando es de suponer
que habrían de tener un mayor costo, sobre el punto de Don Juan Manuel de forma
simple nos comenta: "Como usted dice, en este " mar de pesos y
centavos" tal pareciera que existen incongruencias, la realidad es que
primero y antes que todo tenemos que aceptar que cuando hablamos de centavos
estamos refiriéndonos a esos "verdaderos centavos" no a los de ahora,
en verdad si resulta un tanto enredoso entender la situación, máxime cuando
nuestra moneda ha sufrido diferentes "reacomodos", que si le pusieron
más ceros, que si le quitaron, que de nueva cuenta les pusieron y así y más,
por eso es que resulta para muchos un tanto incomprensible cuando hablamos de
los pesos y centavos del pasado con los de la actualidad"
Aclarado el punto seguimos "hurgando" en la vida
de Don Juan Manuel, "Perol el paletero, vendió sus paletas en todo el
municipio, Hool, Seybaplaya, Sihochac, Villamadero, Carrillo Puerto, Yohaltún,
en los módulos de guatemaltecos, Reforma Agraria, y muchos otras comunidades,
así como también en Sabancuy e Isla Aguada"
Dentro de su anécdotas, "Perol" nos cuenta aquella
cuando le daba por regalar el producto, "Le comentó que en más de una
ocasión andando en la venta de las paletas me echaba los tragos, así entre alto
y alto y buche y buche, pues es de suponer que el alcohol se me subía a la
cabeza, ya medio chiles me daba por regalar a "todo mundo" las
paletas, todas se me acaban, ¡y cómo no! si eran gratis, cuando llegaba a la
paletería a sacar cuentas el dueño se alegraba pues no habían sobrado paletas,
lo malo del caso es que tampoco había el dinero, ¡ni modo! No había más remedio
que pagarlas, y hay me veías trabajando los días siguiente muy duro para poder
cubrir las paletas regaladas"
De todo estas ¡aventuras!, de trabajo diario, de la salida
del sol y del ocaso del mismo, de un verdadero gusto por el trabajo, por el
oficio, Don Juan Manuel Pérez Sánchez, hoy a sus 88 años
de edad continúa como siempre, en la mismas actividades, Paletero,
zapatero, sigue recorriendo las calles de la ciudad, sus manos aprietan
firmemente el carrito, su pregón aún se escucha a lo lejos, "de piña,
fresa o de limón" manos infantiles hurgan en el interior, el paladar se
refresca, todo sigue igual, ¡a centavo, a centavo las paletas!
Don Juan Manuel Pérez Sánchez, "Don Perol el paletero!
Historia de este pueblo.
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